sábado, 27 de diciembre de 2008

1 de enero de 2009


Pocos libros guardan tanta sabiduría en tan pocas páginas como sucede con la obra de Hamlet, sin duda alguna, es un libro que sin haber sido escrito con intenciones propiamente académicas o filosóficas, se convirtió en un clásico que invita a la reflexión y al cuestionamiento de las situaciones cotidianas de la realidad humana. Sus frases, ya sean dentro o fuera del contexto dramático, se traducen en palabras que por un lado reflejan la madurez literaria e intelectual del autor, pero por otro son una ventana abierta al espíritu del mismo William Shakespeare (1564-1616). Muestran una incertidumbre acerca de sí mismo acompañada una acentuada fé en el destino. "Sabemos lo que somos, pero aún no sabemos lo que podemos llegar a ser", una frase que nos saca del texto o de la escena para ponernos a pensar, en quienes somos, si es que lo sabemos. Shakespeare lo dice porque así fue con él, cuando era un poeta principiante que de vez en cuando lograba que alguien viera sus escritos sólo sabía que era un escritor que quería ser dramaturgo, por lo que deja la compañía de su familia para trasladarse a la ciudad y probar fortuna con el exigente público londinense, pero nunca supo que llegaría a ser uno de los favoritos de la Reina Isabel I, ni que sería el máximo representante de las letras inglesas, sí, Shakespeare sabía lo que era, y lo maravilloso es que nunca supo quien llegaría a ser, un conocimiento que sólo al tiempo corresponde, y que únicamente las generaciones posteriores seríamos capaces de comprender.